Gaur ezagutzen dugu… BIDESARIA

¿Podríais contarnos cómo se fundó la entidad y cuál ha sido su recorrido a lo largo de estos años?

Bidesari nació a finales del año 1994 de la mano de la Pastoral Penitenciaria de la Diócesis de Bilbao. Un grupo de voluntarias y voluntarios que atendían la espiritualidad de las personas en prisión, decidió dar un paso más allá y comenzar a dar respuesta a las numerosas necesidades añadidas que detectaban.

Arrancaron entonces algunos proyectos relacionados con la atención directa de necesidades materiales, desarrollar el ocio educativo, y fundamentalmente el acompañamiento y la intervención psico-socioeducativa especializada con las personas en situación más vulnerable, mayoritariamente afectadas por un problema de adicción a sustancias en aquel entonces. La atención se extendió a los Centros Penitenciarios de Nanclares de la Oca (hoy día Zaballa) y El Dueso (Cantabria). Eran muchas las personas que se sumaban a los proyectos y significativo el número de ellas que carecía de un lugar de acogida a su salida de prisión. Ello supuso el origen de la actividad residencial que hoy día mantenemos.

Casi desde el origen hemos contado con mucho apoyo de personas voluntarias. Poco después de nuestro origen, con el apoyo del entonces párroco de Rekalde y un buen número de personas voluntarias de este barrio, se pusieron en marcha las salidas de fines de semana (de viernes a domingo), para que las personas privadas de libertad, antes de acceder a los pisos de acogida, tuvieran un contacto con el entorno y supieran que había personas dispuestas a conocerlas, a entenderlas y acompañarlas a su salida. Durante varios años pudo funcionar también Topaleku, un centro de ocio comunitario en el que las personas disfrutaban de su ocio y tiempo libre de manera sana y en compañía de otras. Es un proyecto que no hemos podido mantener hasta nuestros días.

En esos poco más de 30 años de camino Bidesari se ha convertido en una entidad diocesana que trabaja en el ámbito de la intervención social con personas en situación de exclusión, especializada en el ámbito penitenciario y en mayor medida con en personas que muestra comportamientos adictivos (con o sin sustancia). Somos 29 profesionales y 51 personas voluntarias que trabajamos mayoritariamente con este colectivo desde una perspectiva integral e integrada, potenciando el binomio dentro-fuera: trabajo dentro de prisión para posibilitar una conexión exitosa con dispositivos comunitarios en el exterior.

Actualmente ¿cuáles son los proyectos que estáis desarrollando?

Mantenemos hoy día varios de los proyectos de nuestros orígenes, adaptados a los cambios del perfil y el entorno. En el interior de los Centros Penitenciarios continuamos apoyando a las personas más vulnerables, con perspectiva de procesos más dilatados en el tiempo y en su gran mayoría afectadas por problemas de adicción o salud mental, con acompañamiento y metodología biopsicosocial. También tenemos una actividad intensa con relación a la atención de necesidades básicas y ocupación saludable y educativa del tiempo. Recientemente hemos intensificado mucho la intervención a través del deporte y mantenemos las salidas y permisos.

En el exterior tiene un peso muy importante la actividad residencial. Contamos con 3 recursos con agrupan más de 20 plazas, en algún caso de carácter mixto.

Desde hace ya varios años sostenemos un programa de prevención de adicciones en centros educativos, un programa que posibilita también que personas privadas de libertad puedan tener experiencias de justicia restaurativa. Acompañamos todo ello con actividades de sensibilización que impulsan el reconocimiento y la defensa de derechos, como cualquier otra entidad del Tercer Sector. Potenciamos el voluntariado y mantenemos estrecho vínculo con la Pastoral Penitenciaria para conjuntamente llevar a cabo la misión.

Mirando al futuro ¿cuáles son los principales retos que identificáis en el corto-medio plazo (5 años)?

Hace tan sólo 3 años que nuestra Comunidad Autónoma se ha hecho cargo de la competencia en materia penitenciaria, lo que está generando muchos cambios en el entorno en el que siempre hemos trabajado. Podría decirse que nuestra prioridad en este momento está siendo adaptarnos a los cambios en el escenario y sobre todo trasladar y compartir en lo que esté a nuestro alcance, el conocimiento acumulado de todos estos años, aportando, instando a que lleguen más y mejores oportunidades a las personas privadas de libertad.

También, al igual que tantas otras entidades de nuestra red, vemos importante dedicar esfuerzos a impulsar el desarrollo de programas innovadores en torno a la vivienda. La situación actual nos afecta también de manera muy importante.

¿Qué os aporta formar parte de Gizardatz/Hedatzen/Aisa?

Para Bidesari el ser parte de una red es muy importante porque nos permite colaborar, compartir recursos, conocimientos y habilidades con otras entidades. Una coordinación que abre oportunidades a las personas que acompañamos por la generación que surge de nuevas ideas o proyectos, así como la incidencia social e institucional que promovemos.

La actividad conjunta que se promueve desde Gizardatz en torno a la promoción y defensa del Tercer Sector nos parece indispensable. La cobertura y esfuerzo relativas a la negociación colectiva y la representación ante las Administraciones Públicas son de gran valía y creemos hemos de sumar y respaldar en su ejecución.

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