¿Podríais contarnos cómo se fundó la entidad y cuál ha sido su recorrido a lo largo de estos años?
La Fundación nace en el año 2004 en el Barrio de San Francisco para un proyecto de microcréditos. Y en el año 2015 los Misioneros Claretianos de Euskal Herria decidieron apostar fuertemente por la transformación social, llevando a cabo una profunda remodelación de un antiguo edificio escolar para albergar el Centro Integral de Inclusión Social Claret Enea. De esta manera, la misión solidaria de Claret Enea se enfoca en el compromiso con las personas empobrecidas, excluidas, buscando así mejorar sus condiciones de vida y brindarles nuevas oportunidades.
Actualmente ¿cuáles son los proyectos que estáis desarrollando?
conocimiento y aprendizajes.
Las seis plantas del edificio acogen distintos programas: una primera acogida con un centro de día, atención de necesidades básicas y reparto de alimentos, talleres de castellano y competencias básicas, trabajadora social para tramitar el acceso a vivienda, ayudas sociales, etc., una vivienda tutelada para familias vulnerables con 20 plazas conveniada con el Ayuntamiento de Bilbao, una planta para viviendas para familias inmigrantes que han solicitado asilo con más de 25 plazas en colaboración con CEAR, albergue y comedor social para personas en situación de sinhogarismo en colaboración con el Ayuntamiento de Bilbao que atiende a 70 personas, orientación laboral, intermediación con empresas y formación (5 aulas y tres talleres) que atiende a más de 150 personas. Y una planta en la que vive la comunidad de misioneros claretianos que además de atender la parroquia y otras labores pastorales acoge y convive con tres personas que vivían en la calle.
Este camino se ha realizado de forma progresiva según las necesidades que se van viendo y las posibilidades de cada momento.
Mirando al futuro ¿cuáles son los principales retos que identificáis en el corto-medio plazo (5 años)?
- Uno de los retos es atender a una necesidad creciente por el aumento de sinhogarismo e inmigración irregular.
- Atender a la realidad no siempre visible de mujeres en situación de exclusión.
- Mejorar en la gestión interna con nuevas metodologías en la intervención y aprovechar las oportunidades que nos da la digitalización de las entidades sociales.
- Incorporar personas jóvenes voluntarias. Y en general el relevo generacional en la organización.
¿Qué os aporta formar parte de Gizardatz?
En nuestro ADN está el trabajo en red y en colaboración con otras entidades como parte del tercer sector de Euskadi. En ese sentido contar con el apoyo de la red y de las entidades que la formamos nos refuerza y nos ayuda en la construcción de oportunidades para personas que han tenido unas condiciones de vida complicadas.