Comenzamos septiembre en Vitoria-Gasteiz acercándonos al trabajo de Beti Gizartean, una fundación constituida en el año 2002 y que trabaja, sobre todo, en los ámbitos de la salud mental, la tercera edad, la infancia y familia y la inserción socio-laboral.
Charlamos con María Antonia González e Idoia Elía, quienes nos acercan al pasado, presente y futuro de esta entidad.
Buenos días, ¿nos podríais contar cuál es el trabajo que viene desarrollando Beti Gizartean desde el año 2002?
Beti Gizartean se constituye como tal en febrero del año 2002. La precede el compromiso histórico con situaciones de personas en desventaja social y en exclusión, que durante un tiempo nos unió como Asociación que trabajaba, sobre todo, con mujeres en situación de exclusión, de condiciones de violencia de género y con hijos/as menores a su cargo. Por aquel entonces, como ahora, también formábamos parte de un grupo más amplio a nivel estatal que trabajaba en el ámbito de la mujer y de la prostitución, entre otros campos.
Somos un grupo de personas que partimos de una visión humanista y una opción creyente. Nuestra labor no se circunscribe sólo a Vitoria-Gasteiz. Conformamos un movimiento social cultural que busca ser alternativa de humanidad solidaria y creadora de futuro. Agrupa Asociaciones, Fundaciones y Proyectos con quienes formamos una red, KEMEN, constituida hace aproximadamente dieciocho años. Es una instancia y estructura dinámica creada para generar cohesión, interacción y vínculo en los fundamentos, núcleos y praxis de las obras sociales que despliega. La coordinación de esta red, en sus dimensiones troncales, se realiza desde un coordinador que tiene su sede en Bilbao y un equipo motor representativo de las diferentes áreas sociales y geográficas: Pamplona, Málaga, Madrid, Granada, Salamanca, Barcelona y claro está, Bilbao y Vitoria.
El trabajo que realiza Beti Gizartean se centra en cuatro ámbitos: infancia y familia, salud mental, Tercera edad e Inclusión Social. Y como área transversal a todo la dimensión formativa.
En el ámbito de la infancia y familia, prestamos acompañamiento a madres con hijas/os, niñas/os y adolescentes en situación de exclusión, así como a menores en situación de desprotección. En este sentido, contamos con dos programas que surgen a petición del Servicio de Infancia y Familia del Instituto Foral de Bienestar Social de Álava. Hazten/Creciendo, es un hogar para menores en situación de desprotección y Sortu-leku/Lugar de creación, que se trata de una vivienda de acogida para mujeres con hijos/as, o embarazadas que necesitan un lugar de referencia y confianza y apoyo.
En salud mental contamos con tres programas. Zurekin/Contigo que es una vivienda para mujeres que padecen trastornos mentales graves y que necesitan un seguimiento, supervisión y apoyo intensivo las 24 horas del día. Huntzadar/Arraigo, es un hogar dirigido a hombres y mujeres con problemas graves de salud mental y que necesitan atención y supervisión las 24 horas del día. Y un tercer programa denominado Aukera/Oportunidad, dirigido a personas adultas, con un nivel de autonomía mayor y edades comprendidas entre los 20 y 45 años y que necesitan un recurso con menor supervisión.
El colectivo de la Tercera edad representa otra de los pilares sobre los que se fundamenta nuestra labor. El programa Ikatzbizi es una vivienda comunitaria con 14 plazas. Un lugar de vida que ofrece a los y las residentes cuidado integral, atención y calor humano y familiar. En este programa confluye también el ámbito de la integración socio-laboral. También asumimos en enero de 2015 la gestión de los Servicios Sociales de los Apartamentos Tutelados, Etxezarra/ para personas autónomas mayores de 65 años o menores de esa edad, o con algún tipo de discapacidad.
En el terreno de la Inclusión Social desarrollamos dos proyectos de inserción socio-laboral: Tinko Garbiketak, creado en 2003 y que realiza labores de limpieza y jardinería, dando trabajo a 30 personas y consolidando su desarrollo laboral y formativo. El otro programa de integración Ikatzbizi, está formado por un equipo de 20 personas que desarrollan su trabajo en el ámbito socio-sanitario tanto en la vivienda Ikatzbizi como en los apartamentos Etxezarra.
Nuestro planteamiento de fondo parte de la centralidad en las personas, procuramos que todos los pisos se adapten a las necesidades de los y las residentes acompañando tanto en las necesidades concretas como en el sentido que cada persona imprime en su vivir. Para nosotros es importante estar en escucha abierta a la realidad, a situaciones que gritan y nos implican en sus propios procesos de mejora e integración social y en la conciencia de la brecha que como sociedad generamos entre unos y otros
La coordinación y el trabajo en red es vital en nuestra comprensión de estar en el mundo. Hoy en día nos necesitamos unos a otros y la mejor manera de posibilitar una sociedad solidaria es estableciendo sinergias mutuas. Así pues, participamos en redes: Aisa, Hirekin, Gizatea, REAS… Así mismo compartimos nuestra colaboración con organismos públicos. Los proyectos tanto de Salud Mental como de Infancia se sustentan en convenios de colaboración con la Diputación Foral de Álava.
¿Cómo habéis vivido la crisis del Covid19? ¿Qué ha supuesto para Beti Gizartean?
Al inicio con mucho estrés e incertidumbre. Aunque, también es verdad que ya teníamos indicios de lo que iba a venir. Pero como sociedad no reaccionamos hasta que el virus y sus consecuencias llamaron a nuestra puerta.
En Beti Gizartean una semana antes teníamos un comité de crisis (integrado por la dirección y los trabajadoras/es, representadas/os por las enlaces sindicales) para, en la medida de lo posible, poder seguir desarrollando nuestra labor con las máximas garantías. Estos meses hemos creado una dinámica de trabajo muy intensa. Con carácter semanal revisábamos la situación de los recursos y adaptábamos los protocolos en función de la evolución de la pandemia.
Ha habido aspectos en los programas que han venido muy marcadas por los organismos públicos y autoridades competentes, existiendo momentos de cierta tensión, discrepancias o dificultades en la adaptación de las pautas que se marcaban desde fuera a las realidades concretas que atendíamos.
Es lógico que al inicio de esta situación los equipos tenían cierto grado de miedo, de incertidumbre, pero nos fuimos adaptando pronto. Todos ellos han realizado una labor ejemplar haciendo gala de una gran capacidad de adaptación, disposición, y facilitando las acomodaciones que constantemente había que estar gestionando. La Covid es una realidad que está aquí, pero hay que aplicar cierto sentido común y, como pasa siempre ante múltiples circunstancias, adaptar los protocolos, nuestras intervenciones a la realidad de la vida.
En general, todas las personas a las que atendemos (niños, jóvenes, adultos, mayores) nos han dado tremendas lecciones de capacidad de adaptación, siendo foco de muchos menos problemas de los que a priori preveíamos. Se han comportado de manera muy ejemplar.
Ha sido toda una experiencia. Algunas normativas han sido muy cuestionables, los cambios que se iban produciendo de semana a semana han sido un poco locura, en el ámbito de la Tercera edad, sobre todo. La labor de coordinar ha sido muy compleja. Ha sido un tiempo que nos ha llevado a tener mucho contacto con otras entidades, de establecer sinergias para compartir cómo aplicábamos, gestionábamos y adaptábamos nuestro hacer a la nueva situación.
En ciertos momentos, notabas una sensación de desorden, de un sálvese quien pueda y durante este periodo la sensación de verticalidad de la Administración para con las entidades que trabajamos en el Tercer Sector Social ha aumentado.
¿Qué planes tenéis para lo próximos meses?
Mira, de momento proyectos e ideas de proyectos hay muchas. Lo que pasa es que hay que ir revisándolas. Nuestro objetivo con las empresas de inserción es mantener su continuidad y afianzarnos como alternativas de emprendimiento en la sociedad.
Tinko, la empresa de limpiezas se ha mantenido a pesar de haber tenido que aplicar un ERTE. No obstante para finales de Junio de 2020 todas las personas ya estaban reincorporadas. En Tinko llevábamos unos años con trabajos en eventos y grandes eventos y con la pandemia todo esto se ha caído. Ahora es tiempo de sostener y buscar otras alternativas. Intentar no reducir la plantilla.
En cuanto a los proyectos financiados, como en principio parten de Diputación, se mantienen. Pero el futuro en el corto, medio plazo nos genera cierta incertidumbre y dudas. El Tercer Sector Social está prestando servicios de mucha calidad, de mucha profesionalización con un músculo mucho menor del que puede tener la Administración Pública.
En Ikatzbizi, por ejemplo, con la Tercera edad venimos viendo que se nos queda un poco pequeño. Nos encontramos en un trabajo de reflexión y valoración interno para poder ampliar el número de plazas pero, sobre todo, nuestro centro está puesto en la mejora de la calidad de la atención que ofrecemos.
¿Cómo valoráis desde Beti Gizartean el formar parte de una red como AISA?
Para las entidades de este sector es imprescindible el trabajo en red. Aprendemos las unas de las otras y nos ayudamos desde las experiencias que cada cual va viviendo. Esos espacios colaborativos son muy importantes para que nuestras organizaciones avancen y evolucionen en un sentido compartido.
Formar parte de AISA nos ha ayudado a gestionar esta crisis, un poco mejor, si cabe, tener referencias de apoyo, un lugar donde poder aconsejarnos, consultar situaciones concretas que se nos daban.
Hoy en día la participación, el conocimiento mutuo entre unos y otros, la posibilidad de tener un espacio compartido nos posibilita en el caminar de cada uno y en el caminar conjunto por generar una dignificación tanto del trabajo que venimos desarrollando como de todas aquellas personas, colectivos y realidades a las que acompañamos.