Hoy celebramos el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Un día que busca, por un lado, dar reconocimiento y visibilizar el rol que juegan las mujeres y las niñas en la ciencia y, por otro lado, impulsar y promover la participación de éstas en un entorno en el que todavía su presencia es mínima.
En el año 2016 la Asamblea General de las Naciones Unidas, con la intención de impulsar aspectos como la igualdad de género y la inclusión dentro de la Agenda de Desarrollo 2030, determina que el 11 de febrero se celebre el Día Internacional de la mujer y la niña en la ciencia. Y es que la ciencia y la igualdad de género son imprescindibles, si de lo que hablamos es de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible marcados para 2030.
Los datos hablan por sí solos. Menos del 30% de las personas investigadoras en todo el mundo son mujeres y si hablamos de estudios, sólo alrededor del 35% de todas las estudiantes optan por estudios superiores relacionados con las ciencias. Esta situación es fruto de un conjunto de prejuicios, estereotipos y políticas que vienen manteniéndose desde hace mucho tiempo y que durante siglos han imposibilitado la incorporación del sexo femenino en campos como el de la ciencia, la tecnología o las comunicaciones.
Todavía hoy, existen muchos países en el mundo en los que las mujeres y las niñas son ciudadanas de segunda o tercera categoría, sólo por su condición de género. Incluso en los países en los que se presupone que mujeres y hombres somos iguales y deberíamos tener las mismas oportunidades y derechos, seguimos con graves desigualdades.
¿Y en nuestro país?
En nuestro país, por ejemplo, la proporción de personal investigador que es mujer no ha mejorado en los últimos diez años y se mantiene en el 39%, según muestra el último estudio “Científicas en cifras 2017”. Los datos que aporta el Ministerio de Ciencia señalan que en carreras investigadoras hay una escasa representatividad femenina. En las carreras científicas de las universidades públicas sólo el 21% son mujeres, muy similar al porcentaje que encontramos en los Organismos públicos de investigación o en las universidades privadas, un 25% y un 28% respectivamente.
¿Y en nuestra comunidad?
En nuestra comunidad las cifras no son nada halagüeñas. Según datos aportados por la UPV/EHU, aproximadamente sólo una de cada cuatro estudiantes de Grado en Ingenierías y Arquitectura es mujer. Algo que no sucede en carreras que tienen que ver con la salud como Enfermería en la que el porcentaje de mujeres es muy superior al de hombres con un 78,7%.
Marta Macho, profesora de la UPV/EHU y doctora en Matemáticas alerta sobre la influencia, negativa, que tienen muchas familias a la hora de dirigir las preferencias educativas de sus hijas. Todavía muchos progenitores tienen el convencimiento que una carrera científica no es para chicas. Para superar esta situación es importante romper con ciertos estereotipos como puede ser el de presuponer que este tipo de carreras son sólo para cerebritos y que las chicas poco tienen que hacer.
Para ello, el trabajo con las familias es muy importante y también la visibilización de aquellas mujeres que estudian y trabajan en el sector científico con el objetivo de animar a las generaciones futuras y así, poco a poco, ir cambiando la realidad.